Tanto Miguel Ángel Rodriguez como José Martí Gómez coincidieron en una sola cosa en el programa de Salvados: “¿Para qué sirve la televisión pública? ¿Para vender partidos de fútbol?”, decía el ex portavoz del Gobierno. Martí Gómez se preguntaba “hasta qué punto una televisión pública puede gastar dinero en determinados espectáculos: por ejemplo, la BBC no ha entrado en la lucha por el fútbol. ¿Hasta qué punto en una época de recortes TV3 puede ir tras el Mundial de F1?”.
Porque contra lo que pudiera parecer, deshacerse de los derechos del partido de liga de los sábados ha sido un alivio para cadenas públicas como TV3. Y es que la audiencia solo respaldaba las emisiones de los partidos del Real Madrid o el Barcelona, saldándose el resto con un resultado más que discreto. Así, no es sorprendente que el programa que sustituye este año al partido en abierto (La partida, un concurso de producción propia) esté cosechando muchos sábados mejores resultados de audiencia que el fútbol. Y la cadena pública catalana no solo se mantiene líder destacado de audiencia, sino que además ha aumentado su cuota en 1,5 puntos (del 13,7% de octubre del 2011 al 15,2% de octubre del 2012) ahorrando 29 millones de euros y sin un solo gol.
Con el fútbol se ha utilizado una interesada confusión entre el interés general y el servicio público para sostener un entramado de relaciones peligrosas entre especuladores, bancos, constructores y políticos corruptos. Y el trasvase del dinero público de los sucesivos presupuestos de Telemadrid al pozo sin fondo de Enrique Cerezo da buena cuenta de ello. Según confesaron a El Confidencial altos cargos de Telemadrid que quisieron mantener su anonimato, el dinero cedido a Cerezo es una estratagema para dar una ayuda directa (con dinero público) a su equipo, con la excusa de la compra de derechos, gestionando además el presidente del Atlético de Madrid las retransmisiones y la publicidad desde su productora. Porque además de los 300 millones de euros por el contrato de derechos de retransmisión (no hay que olvidar que la deuda de Telemadrid era de 245 millones en 2011) Cerezo ha conseguido de la administración popular la gestión de la publicidad de Telemadrid, la adquisición de los derechos cinematográficos de sus películas para emitirlas en nuestra cadena, varias licencias de TDT, la compra de los terrenos del Vicente Calderón, la cesión del estadio público de La Peineta y la de la Ciudad Deportiva del Atlético, en unos terrenos colindantes a los ofrecidos para EuroVegas. Esta misma semana Cerezo ha recibido el Premio Cultura 2011 de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Artes Cinematográficas y Audiovisuales. El galardón se lo entregó el mismísimo Ignacio González en una ceremonia que tuvo lugar en los Teatros del Canal.
Juan Varela explicaba en su artículo (29/10) Teleburbuja deportiva: “¿Seguirá la crisis pasando desapercibida para los dueños de los derechos deportivos? TVE acabará el año con un déficit de 105 millones de euros merced al recorte de 200 millones decretado por el Gobierno Rajoy, los altos costes de las olimpiadas de Londres y el pago de 43 millones por los partidos de la selección española. Telecinco, la cadena líder en audiencia y en ingresos publicitarios, tampoco ha soportado la burbuja y tuvo pérdidas operativas el último trimestre por el coste de la UEFA, la Eurocopa, MotoGP y Roland Garros. La audiencia responde ante las grandes competiciones, pero en un mercado televisivo que ha perdido el 50% de los ingresos publicitarios desde 2007, sin publicidad en TVE y con las autonómicas en quiebra es una temeridad sostener unos precios que parecen volar por encima de las penurias de las cadenas, los anunciantes y la audiencia. Los clubes, las estrellas, las grandes competiciones y los comercializadores de los derechos deportivos no se quieren enterar, pero el deporte es la gran burbuja que falta por pinchar. El deporte no puede seguir encareciendo la factura de las televisiones cuando el servicio público, gran parte de la programación y la propia pluralidad de la televisión están en peligro. Esa burbuja la pagamos todos“.