El pasado martes se emitió un especial de MADRID OPINA que contenía un «pseudocumental» titulado EL ASESINATO DE CALVO SOTELO: LAS CAUSAS DE LA GUERRA CIVIL. Cuando el Presidente de nuestra cadena dijo que Telemadrid iba a convertirse en «el bastión de España» no sabíamos hasta qué punto se pretendía retroceder a una de nuestras épocas más oscuras para repetir consignas maniqueas, argumentarios infantiles y estrategias guerracivilistas que creíamos ya olvidadas. Ni el NO-DO se hubiera atrevido a tanto: el siniestro reportaje producido por el CEU -a mayor gloria de la Cruzada y el Caudillo- no tenía otro fin que el de criminalizar al PSOE y justificar el golpe militar que provocó un genocidio planificado donde murieron medio millón de personas, a los que hay que sumar además los cien mil asesinados durante la dictadura.
Si no se deben ocultar los horrores de la guerra, es obsceno equiparar a víctimas y verdugos o a golpistas con defensores de la legalidad democrática: los propios dirigentes de Falange, cuya violencia era orgánica, se jactaron durante la República de matar a diez por cada caído por las milicias. El discurso de la hagiografía emitida a mayor gloria de Calvo Sotelo señala su muerte como causa principal del levantamiento y oculta que los rebeldes conspiraban contra la democracia desde el año anterior. Como avisaron Julio Aróstegui y Antonio Elorza, el documental es falso de principio a fin, y escamotea sistemáticamente la devoción totalitaria del político ultraderechista (que fue ministro destacado en la dictadura de Primo de Rivera y cómplice del general Mola en la preparación del golpe, así como de los atroces crímenes cometidos por las derechas y la Falange: su autoexilio y su condición de aforado impidieron que se le juzgara). También se ignoran durante todo el metraje las aportaciones de Ian Gibson, máximo especialista en el suceso: así, despachar en unos segundos la política de matonismo ultra y los atentados contra un socialista, el teniente Castillo (el día anterior) y el presidente de las Cortes Jiménez de Asúa (los dos a manos de los pistoleros falangistas) significa silenciar el motivo verdadero de la escalada de las hostilidades. El panfleto (técnicamente espantoso y estéticamente horripilante) se basa en la confusión narrativa entre realidad y ficción: lo que no prueba la verdad documental lo inventa la reconstrucción dramática.
De ese modo, se asegura sin ningún tipo de pruebas que el asesinato fue ordenado desde el Ministerio de Gobernación; se recurre a imágenes de películas de propaganda fascista como «Sin novedad en el Alcázar» (1940) o se utilizan montajes capciosos, como el que superpone las palabras de Calvo Sotelo sobre una imagen de Azaña para calificar a este último como un «monstruo» empeñado en la destrucción de España, a la vez que se cuestiona la legitimidad de su Gobierno con una increíble acusación de pucherazo electoral.
En la página siguiente podéis leer unas breves biografías sobre los supuestos historiadores y las dudosas instituciones que se han atrevido a avalar tamaña sarta de mentiras. Mientras tanto, la dirección de Telemadrid ha comunicado que emitirá el resto de la serie ante lo que considera otro éxito «cinematográfico e ideológico».